Salmo 50 completo con breve explicación

El Salmo 50 ha recibido el nombre de Miserere por parte de la biblia de Jerusalén, una palabra latina. En la introducción del salmo, específicamente en el versículo 1 y 2, se nos dice “Salmo de David, cuando el profeta Natán lo visitó después de haber pecado con Betsabé”. El salmo penitencial tiene un gran parentesco con la literatura profética, especialmente con Isaías y Ezequiel.

Dios, íntegro y puro, cuando perdona, manifiesta su gran poder sobre el mal y su victoria sobre los pecados (versículo 6), mientras que en el versículo 7 se nos recuerda que todos los hombres nacen impuros, estando inclinados hacia el mal. Gn 8,21, nos comenta que la impureza fundamental como una circunstancia atenuante de Dios que se debe de tener en cuenta.

En la doctrina del pecado original, que queda bastante clara en Rm 5,12-21, en relación con la revelación de la redención de Jesucristo. En el versículo 15 se hace alusión al asesinato de Urías por orden de David, 2 S 12,9, además de que también se puede leer la expresión de la muerte prematura de los malvados como un castigo de los pecados que ha cometido, tal cual en la doctrina tradicional.

Salmo 50



Misericordia, mi Dios, por tu gran bondad,
por tu inmensa compasión, te pido que borres mi culpa;
que lleves de mi todo delito,
que limpies mi pecado.

Pues yo reconozco la culpa,
tengo siempre presente el pecado que he cometido:
contra ti, contra ti pequé,
cometí la maldad que tú tanto aborreces.

En la sentencia siempre tendrás la razón,
en el juicio vas a resultar inocente.
Mira, nací con culpa,
siendo pecador fue concebido por mi madre.

Te gusta que tengamos un corazón sincero,
en mi interior siempre inculcas tu sabiduría.
Te rugo que me rocíes con el hisopo: así quedaré limpio:
lávame, así quedaré más claro y puro que la nieve.

Ayudame a escuchar el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos que han sido quebrantados.
Aparte de mi vista todo pecado,
borra de mí toda la culpa.

Oh, Padre Nuestro, te ruego que puedas crear en mí un corazón puro,
que me renueves por dentro con un corazón firme,
que no me alejes de tu sagrado rostro.
que no me quites tu santo espíritu.

Te ruego que me devuelvas la alegría de tu salvación,
que me afiances con tu espíritu generoso:
que le enseñes a todos los malvados tu camino,
de esta forma los pecadores conseguirán volver a ti.

Deseo que me libres de la sangre, oh Padre Nuestro,
Nuestro salvador, Dios,
para que pueda cantar en la lengua de la justicia.
Señor, abrirás mis labios,
y mi boca para que pueda proclamar alabanzas a ti.

Los sacrificios no te satisfacerán:
si se te ofreciera un holocausto, no sería algo que quisieras.
mi sacrificio es un espíritu quebrantado,
un corazón quebrantado y humillado,
nunca sería despreciado por ti.

Señor, con tu gran bondad te ruego que puedas satisfacer a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén.,
entonces conseguirás aceptar los sacrificios rituales,
holocaustos y ofrendas,
sobre tu altar inmolarán novillos.



Este es el Salmo 50 en sus distintos versículos, por lo que ahora que lo conoces podrás aprender de él.

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