El Salmo 34 es el salmo número 34 en el Libro de los Salmos, aunque puede ser el Salmo 33 en el sistema de numeración griego. En realidad, este salmo es un poema acróstico en el alfabeto hebreo, el cual pertenece a una serie de canciones de gracias.
Por otro lado, debemos de destacar el hecho de que se trata del primer salmo en el que se nos describen a los ángeles como guardianes de todos los justos.
La autoría del Salmo 34 se le atribuye a David. El subtítulo de este salmo es “Un salmo de David cuando fingió la locura ante Abimelec, quien lo hecho, y se fue”, el cual, en realidad, podemos decir que deriva de cuando David vivía con los filisteos, aunque el relato de esto se puede encontrar en “1 Samuel 21”, que hace referencia al rey como Achis, y no hace referencia a Abimelec.
Este salmo tiene una estructura que comienza por el versículo 2-4, siendo una introducción del himno; luego está el versículo 5 que es una alabanza básica, que predica el destino del salmista; los versículos 6-11, de enseñanza, evidente por su destino; los versículos 12-22, que es un poema didáctico; versículo 13-15 como una pregunta y respuesta; versículos 16-22 y luego la colección de los sabios.
Salmo 34
Siempre bendeciré al Señor, en todo momento, no cesará mi boca de decir alabanzas.
Mi alma se gloria en el Señor: que lo escuchen los humildes y que se alegren.
Únanse a mí para engrandecer al Señor y ensalcemos una a su glorioso nombre.
Busqué al Señor y obtuve mi resta, siendo liberado de todos los temores que tenía.
Miren, siempre mírelo a él y así podrán ser iluminados, no tendrán cara de frustración.
Este grito tan pobre consiguió ser escuchado por el señor, salvándome así de todas mis angustias.
El ángel del Señor, siempre hace sus rondas junto a los que temen, para que así los guarde.
Gusten y vean qué tan bueno es nuestro Señor, ¡dichoso aquel que busque asilo en él”.
Teme a nuestro Señor, pueblo de los santos, pues nada les falta a todos los que temen.
Los ricos se han quedado pobres y con mucha hambre, pero a aquellos que se refugian y buscan a nuestro Señor nada les faltará.
Vengan, hijos, pónganme mucha atención, quiero enseñarles el temor de nuestro señor.
¿Cuál es el hombre que anhela vivir y que desea gozar de días felices?
Guarda tu lengua de todo mal, los labios de palabras que sean mentiras.
Apártate de todo mal y siempre haz el bien, busca la paz y persíguela.
Pero no tienen puestos sus ojos en los justos y los oídos pendientes de los clamores.
El señor aparta la cara de los malvados y borra de la tierra todo su recuerdo.
Cuando ellos giran, el Señor siempre escucha, librándolos de todas las angustias que tienen.
El señor está cerca del corazón y deshecho, salvando a todos los espíritus abatidos.
Aunque el justo padezca de muchos males, todos son librados por el Señor.
El Señor siempre los cuidará, con afán en sus huesos, no serán quebrados, ni uno solo de ellos.
El malo va a morir por culpa de su maldad, así como todos aquellos que odian al justo, quienes van a tener que pagar.
El señor libra el alma de sus siervos, aquel que se ampará en él no tendrá que pagar.
Este es el Salmo 34, del cual podemos aprender sobre cómo el Señor se mantiene a nuestro lado y nos consigue librar del mal. Ya conoces su historia y la estructura que tiene, por lo que ahora deberías poder aprender sobre sus enseñanzas.